Política
Mejor de hablar de ciertas cosas

El final de una manera corrupta de hacer política

Das Neves acumuló poder y desde el 2003 lo ejerció sin control.

Corría mediados de 1990 cuando Mario Das Neves comenzaba a generar poder propio de la mano de su forma hipnótica de atraer a las masas con discursos fuertes con el objetivo de ese entonces de poder llegar a la intendencia de la ciudad de Trelew y que definitivamente no lo pudo lograr.

Pero siempre existe una recompensa y en 1995 se convirtió en diputación nacional y por consiguiente comenzó a construir un entorno que le daría grandes logros camino sobre todo a la gobernación 2003 cuando nadie creía que podría llegar a estar sentado en el sillón de Fontana 50.

En esa década del noventa, el “cabezón” –como siempre se lo bautizó- contaba con figuras reconocidas de peso como Máximo Pérez Catán que le abrió las puertas en la gran Capital Federal con el entonces presidente de los argentinos, Carlos Menem y conoció los despachos de poder.

Mientras que en la ciudad de Trelew donde estaba el gran caudal de su militancia, Das Neves contaba con los operadores principales como Daniel Vitti, Amor Morejón, Daniel Real, Raúl Villalón; uno de sus mayores militantes barriales como Jorge Estigarribia y el caudillo madrynense, Miguel “Manara” González (ambos fallecidos).

Su imagen era explotada por su jefe de prensa, el joven Fernando Baskvoc (también fallecido), quien además había formado un buen equipo de prensa que nada tenía que envidiarles a los trabajadores de prensa del gobierno de turno.

No hay que olvidarse que en su recorrida provincial cada fin de semana, el diputado trelewense contaba con los servicios de chofer de Alberto Vargas, quien años después y en su primera etapa como gobernador se convirtió en su secretario privado. El referente peronista en ese momento se sentía en el paraíso y soñaba lentamente que alguna vez el aire de la Capital del Chubut le rebotaría en el rostro cuando se convirtiera en el supremo del imperio dasnevista. En Comodoro Rivadavia creó una base militante también que tuvo como responsable principal a Roddy Ingram.

Con el tiempo, y obteniendo el triunfo ansiado en noviembre del 2003, Das Neves logró ser el primer mandatario provincial y con la construcción de poder comenzaron a moverse las piezas internas hasta resquebrajarse y llegar hasta el 2017 con un “grupo de confianza” muy lejos del prestigio que supo tener su “mesa chica de los años pobres” de 1996 y 1997 cuando hacer militancia todavía significaba cuidar los ideales y no formaba parte de un negocio de unos pocos “vivos” para engañar a muchos que realizaban caminatas y ponían la cara ante la gente en el tradicional “puerta a puerta” de una campaña electoral.

Los cambios

Tal vez, la necesidad de búsqueda de crecimiento sin límites provocó que parte de su “vieja guardia” quedara en el olvido y algunos fueron desprestigiados verbalmente por su propia impronta familiar, que, si bien le sirvió para mostrar hacia afuera una gestión con creces en sus primeros ocho años, para adentro le generó un principio de crisis tan preocupante como los que tuvo en 1990 el propio Néstor Perl. Lo alarmante es que nadie quiso corregir el rumbo y finalmente la denuncia que realizaron diputados provinciales justicialistas a dos funcionarios muy cercanos al gobernador por administración fraudulenta, uno de los cuales ejercía cargo en la Unidad Gobernador y que había desembarcado en el dasnevismo hace 18 años como cadete de la Aduana Nacional. Su nombre era precisamente Diego Correa.

Das Neves, dicen; estuvo a un paso de generar “cambios profundos” a principios del 2017, pero retrocedió como nunca lo había hecho en su vida y para bien o para mal sirvió para que posterior a su muerte, el despecho de amor de una mujer le sirviera a la justicia para descubrir un “mundo de acciones corruptas” que no sólo se llevó puesto a medio gabinete dasnevista sino que provocó una condena social que pide una renovación y de alguna manera, si es posible; que las palabras políticos honestos tengan sentido real en la provincia del Chubut.

Por lo visto desde hace seis meses, sería trascendental que eso pasara, sobre todo por la búsqueda de la verdad a doce años de engaños y burlas a la sociedad chubutense de parte de ex funcionarios que tienen nombre y apellido como Gonzalo Carpintero, Alberto Gilardino, Víctor Cisterna, Pablo Oca, Alejandro Pagani y Martín Bortagaray; entre otros.

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