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El Pueblo de Luis

Trelew: alguna vez fuimos ciudad

La desolada calle 25 de Mayo, un sábado por la mañana en Trelew. (Foto: NOVA)

El Trelew del disfrute, de la oportunidad y los buenos modales era la marca registrada en el medio de un ochentoso armazón urbano. Las calles centrales, sobre todo la San Martín y la 25 de mayo; se convertían en las protagonistas de cada fin de semana. La plaza Independencia era una estadía obligada del movimiento juvenil.

El viejo café bar desaparecido "Chaplin" o "Zimbawe" calmaban el apetito del viajero, el turista del norte y sobre todo del sur comodorense. Ni hablar de los primeros pasos del famoso "Sugar", de los primeros licuados exquisitos y la hamburguesa estudiantil, pleno 1987.

Detrás de la procesión de ómnibus públicos -que eran servicios esenciales "como la gente" y para la gente- asomaban las parejitas que se besaban tropezándose con los bolsos de compras de un sábado a la tarde y que terminarían cerca de la medianoche -ese era el horario de inicio- en alguna disco bailable del momento como " Casablanca", "Kapañuma", "Stress", "La Recova" o "Take off". No sin antes pasar por el " Borda Bar" en el tradicional callejón o Pasaje Tucumán, aquel que era "el pasaje de siempre", según los minutos radiales de la época.

En el Trelew de mediados de los ochenta nadie parecía sufrir por los embates de la realidad cuando se siente el aumento de precios, sobre todo en los servicios esenciales, también llamados luz, gas e impuestos inmobiliarios que obligan a "cuidar el mango".

En ese Trelew se marcaba a rajatabla el tiempo de respetar a los mayores, el de pedir permiso para entrar o salir, el de la educación familiar, la que nacía en el hogar y que nos reflejaba que la maestra era un ser especial y formador humano. La "seño", a la que para nada había que discutirle por alguna mala nota porque en definitiva el responsable de estudiar era del alumno.

No se necesitaba ser psicólogo para reflejar que detrás del esfuerzo diario por mejorar, se detectaba un optimismo que flotaba en el ambiente. Un plus de energía para seguir creyendo en una sociedad política con sentido de dirigir a una generación de vecinos que esperaban por un futuro mejor o que ya lo creían que estaba presente por el popular "boca en boca" que convertía a los trelewenses en esos seres "más progresistas del sur argentino".

El Trelew que albergaba y brindaba trabajo al local tanto como al regional que buscaba un nuevo horizonte, su porvenir. El Trelew de las "riquísimas facturas" de las cinco de la mañana de "Panificadora Trelew" o "Ceferino". El del grandioso y de excelencia Colegio Nacional -el primero de nivel secundario de la Patagonia-.

Un Trelew con grandes bailes familiares en los clubes Huracán, Independiente o el Gimnasio Municipal N° 1. Escenarios, además de los apasionantes partidos de básquet que duraron 365 días y que colmaron todas las expectativas con presencia de jugadores extranjeros. Era 1986.

Así florecía la ciudad de Trelew del desarrollo que contenía a una masa de habitantes que no pasaban los 80 mil integrantes y que menos creían que aquel crecimiento se terminaría. Tal vez haya que echarle la culpa al cambio climático; quizás, al avance de la tecnología o a los buitres económicos. ¿Para qué?

Puede ser que hojeando viejas páginas del Pueblo de Luis y observar un instante del primer mundo cuando todo funcionaba; nos demos cuenta que el retroceso desde hace 28 años se convirtió en parte de la naturaleza, de nuestra naturaleza. Y eso provocó la destrucción de toda una sociedad dando nacimiento a la incomprensión.

Y hoy existe la terrible sensación de que nada es más importante que tratar de sobrevivir a cada paso que se da diariamente. Y no nos tomamos segundos para pensar que puede existir una esperanza de intentar volver a soñar con un futuro como en aquellos ochentosos días del pueblo que quiso ser ciudad y se quedó a mitad de camino.

Quizás haya que darle cuerda al antiguo reloj. Aquella buena máquina del tiempo que los abuelos dejaron en algún rincón, junto a esas imágenes en blanco y negro que siempre llevan el sentimiento del corazón. Tratando de que todavía sigan emocionando ciertas cosas, creyendo que hay vida en este lugar. En Trelew, aún hay una posibilidad para progresar…

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