En un partido donde se disputaba el título de la Liga del Valle del Chubut, correspondiente al Torneo Clausura, entre Racing Club de Trelew y Defensores de la Ribera de Rawson, se vio empañado por los graves incidentes dentro y fuera del Cayetano Castro. El elenco local salió campeón tras perder por 2 a 1, beneficiado por el resultado de ida.
Lejos quedó el resultado de fútbol, del deporte y de la alegría. De dos equipos que llegaron con merecimientos y grandes logros en el camino a la fase final. Todo eso quedó en el olvido, gracias a los inadaptados de siempre.
El partido decisivo debía ser sin visitantes, pero tanto en la ida como en la vuelta, los simpatizantes igualmente se hicieron presentes. Nadie estuvo presente para evitar eso. Encima, con solo cuatro efectivos para custodiar el pleito.
Apenas llegó el pitazo final del árbitro para la consagración de la “Academia”, los lamentables “hinchas” de Racing saltaron el alambrado y empezaron a pedirle la ropa a los jugadores y a intentar sacársela a la fuerza. Esta gente, en total estado de ebriedad y bajo sustancias alucinógenas, comenzó una disputa con los simpatizantes de La Ribera.
A partir de allí se inició una guerra de piedras que caían desde afuera de la tribuna y que los académicos devolvían. Adentro, los jugadores visitantes preocupados por sus familiares que estaban en las gradas, fueron agredidos por los barras de Racing Club. Todo se fue de las manos.
Como si fuera poco, uno de los energúmenos de la hinchada local, intentó arrebatarle la cámara de fotos a la fotógrafa del Diario El Chubut. Golpes de puño, empujones, extrema violencia, pero que por suerte no pasó a mayores.
Cabe resaltar que no solo se daba el clima de barbarie dentro de la cancha, sino que dentro de los vestuarios también donde había ingresado parte de los impresentables, afuera en las inmediaciones sucedía lo mismo. Llantos, gritos, preocupación, corridas, golpes, disparos, jugadores lastimados y la calma que tardaba en llegar.
Tanto Martín Bataller como Gastón Epulef, dos protagonistas del partido, fueron alcanzados por los proyectiles y resultaron heridos. Uno con una fractura de tabique y el otro con un corte en la cabeza.
El fútbol se ha manchado y lo que sucedió en la tarde de este sábado en el Cayetano Castro no debe suceder más. Hubo miedo, mucho miedo. Cuando debería haber sido una fiesta para el club consagrado. Alguien debe hacerse cargo, alguien debe poner la cara y responsabilizarse. Tanto dirigentes como fuerzas de seguridad. Y como dijo el DT campeón, Jaime Giordanella: “Todos somos responsables”.