Por
Marcelo Pérez Peláez*, especial para NOVA.
El
gobernador de Chubut, Martín Buzzi
pidió que todos sus funcionarios se hagan una rinoscopia. En tal sentido firmó
un decreto estableciendo que, si bien el examen es voluntario, quien no lo haga
debería abandonar inmediatamente la administración pública.
Ante
tan extraordinario decreto es preciso analizar la génesis de una decisión que
pone al gobernante k en una disyuntiva interesante: ser considerado un
estadista que se preocupa por las medidas que pueda tomar un funcionario bajo
los efectos de la droga; o bien ser visto como un violador de la intimidad de
quienes sufren un grave problema de salud.
Buzzi
fundamentó su decreto expresando que “quien se droga se vincula con la
ilegalidad” y que “hay que dar el ejemplo desde la política y decir claramente
de qué lado estamos”. Asimismo el propio gobernante, dijo que dará el “ejemplo”
siendo el primero en someterse al control de tabique o en sangre.
En
estas manifestaciones radican importantes circunstancias. El consumidor o
adicto no es un delincuente por comprar droga, simplemente es una persona que
tiene una enfermedad y debe ser tratada. Por otra parte, la intimidad de las
personas está preservada en el artículo 19 de nuestra Constitución Nacional en
el sentido de que cuando una conducta no afecta los intereses de terceros debe
haber perfecta libertad, jurídica y social para realizar la acción.
Habría
que preguntarle al gobernador de Chubut: ¿Las acciones de un funcionario
público no deben juzgarse por los resultados de su gestión? ¿No sería más útil
preocuparse por los vínculos de la droga con los sectores del poder en la
argentina, en vez de perseguir a los consumidores?
No
imagino un decreto que revise la agenda y los celulares de los funcionarios
públicos para ver si tienen connivencia con los verdaderos señores de la droga
en nuestro país, pero sería más conveniente que explorar tabiques ajenos.
Es
dable mencionar que una adicción es una enfermedad física y emocional
(definición según la Organización Mundial de la Salud).
En
la actualidad se acepta como adicción, cualquier actividad que el individuo no
sea capaz de controlar, como por ejemplo puede existir, adicción al sexo, al
juego a la pornografía, a la televisión, a las nuevas tecnologías, comidas
rápidas, entre otras.
Tampoco
concibo al gobernador de Chubut, tras la detección de los adictos a las
sustancias químicas, revisando historiales de Internet a ver si ven mucha
pornografía, pidiendo historias clínicas a ver que hacen con sus cuerpos; o
hablando con los contadores a ver en que gastan su dinero sus funcionarios. No
lo imagino, pero todo puede acaecer en este insólito y hermoso país.
El
alcance de la moral pública está definido por el propio Art. 19 de nuestra
carta magna, que presupone que las acciones que la ofenden son coextensivas con
las acciones que perjudiquen a terceros. Buzzi parece entender que para
preservar la moral social es más importante estigmatizar y sancionar a los
consumidores de drogas, que combatir las verdaderas causas del narcotráfico.
En
síntesis, la medida referida me recuerda más a la típica acción del “gordito
buchón” de la clase, que a la de un Estadista preocupado por el grave problema
del narcotráfico en la argentina. En ese sentido considero oportuno recordar
una frase, que aunque anónima, no deja de ser sabia y oportuna: “el hombre
superior se acusa a sí mismo; el hombre inferior acusa a los demás”.
*Abogado,
comunicador, colaborador de Agencia País.
En
twitter @mperezpelaez.